“¡No es necesario realizar ningún trabajo pesado, deje que la máquina lo haga por usted!”. Ese ha sido el mito central de la Tecnología desde la invención de la lavadora automática. Y en estos días de auge de la Industria Musical hemos tenido grandes dosis de ello: anunciantes, periodistas y defensores de la Industria prometen a los Músicos el mundo entero, aún cuando lo único que realmente pueden dar es casi nada. Y con el paso del tiempo, ésta visión súper-simplificada de las cosas no le ha hecho mucho bien a nadie.
Claro, los mitos generalmente contienen algo de verdad y son grandiosos para algunos propósitos: La cosecha actual de mitos musicales sirve para estimular el interés por la tecnología de un gran sector de la población, éste mercado creciente significa más dinero, el cual a su vez, hará posible que se realice más investigación y desarrollo, lo que nos lleva a la producción de máquinas musicales más poderosas…
El lado negativo de esto radica en que cuando los músicos toman estos mitos demasiado literalmente tienden a perder la capacidad de evolucionar por sí mismos y por consecuencia lo mismo le sucede al público que los escucha, y eso no es lo único que sucede pues en un clima general de ciego optimismo cualquiera que trate de ser realista es visto tan solo como un quejoso.
Afrontar la realidad es difícil: tan solo para empezar dígale a un músico principiante que la tecnología le permitirá evitar años de práctica monótona, dígale que podrá producir un exitoso álbum discográfico trabajando en la sala de su casa, dígale que la nueva tecnología es tan fácil de manejar como apretar un botón: tan solo tocando y sin nada del habitual y esclavizante trabajo.
Resultado: Usted será capaz de venderle cualquier pieza de equipo musical o de software sin la menor dificultad, (¿Y qué es lo que hará esa persona una vez que tenga ese equipo en su casa?, ¡Ni pregunte!).
Ahora trate de decirle a la misma persona que la tecnología le proporcionará herramientas útiles pro que le llevará meses el aprender a manejarlas, dígale que las herramientas que existen en la actualidad aún son muy limitadas en ciertas áreas y que un equipo completo de esas herramientas le costará más que el salario mínimo norteamericano ganado con diez o veinte años de trabajo. Dígale que si quiere ser un excelente músico DE TODOS MODOS va a tener que practicar largas horas y desarrollar sus capacidades musicales a lo largo de los años y a través de un estudio desafiante y mediante el sistema de prueba y error.
Resultado: Usted tal vez logrará una venta o tal vez no, de hecho puede considerarse afortunado si la gente le presta aunque sea un poco de atención.
Esa es una triste realidad acerca de la naturaleza humana, sin embargo todos hemos estado expuesto a ello al vivir en ésta cultura de la “Comida al instante”.
No me tomen a mal, no estoy condenando a la Tecnología, muy lejos de ello, como músico he sido infinitamente beneficiado con el MIDI, los secuenciadotes en software, los editores de sonido, procesadores de señales, sintetizadores, samplers y todo lo demás. La industria ha crecido años luz más allá de lo que cualquiera hubiera podido predecir.
Treinta años atrás cuando alguien me preguntaba de que se trataba la revista KEYBOARD tenía que explicarle desde que era un sintetizador. Hoy al mencionarle la palabra KEYBOARD a un dentista, la primera palabra que sale de su boca es: “MIDI”.
Anuncios en las revistas de cómics Marvel y en la revista Time hablan de voces, secuenciadotes, MIDI y sensibilidad de toque. Anuncios de computadoras como P. C., Mac y Commodore hablan finalmente del MIDI y aún “Big Blue” fabrica una tarjeta musical. Matthew Broderick (conocido actor norteamericano) utiliza un Emmulator II para fingir que está enfermo en la película “Ferris Bueller´s day off”, Stevie Gonder demuestra un Synclavier en el Show de Hill Cosby. Ser un ejecutante de sintetizador se ha vuelto la línea principal del argumento de infinidad de películas de clasifiación B. Claramente se ve que hemos recorrido un largo camino.
Pero me molesta ver que tantas publicaciones de interés general tratan a los nuevos aparatos musicales de forma que los hacen aparecer como máquinas milagrosas, aparatos que hacen todo el trabajo por si mismos; me alarma cuando me preguntan acerca de los efectos que pueden tener los aparatos electrónicos sobre nuestros niños cuando va implícita una leve noción de que de alguna manera puede dañar su desarrollo música. Y sinceramente me enoja escuchar a algún maestro de ceremonias, siendo músico él mismo, preguntarle a alguien de la audiencia que es lo que siente acerca de la tecnología habiendo “desperdiciado” veinte años de práctica en el piano, como si repentinamente la tecnología hubiera invalidado todo lo que existió antes.
Mas bien la Tecnología puede suplir una falta de destreza y estoy de acuerdo en su uso para compensarlo, las líneas de un Bajo en estilo Funck son grandiosas cuando se cuantizan, ¿Quién se va a quejar de la posibilidad de corregir un Treintaidosavo a través de la edición por pasos? Por supuesto que esto ayuda tremendamente al “Ponchar” (término técnico musical que designa una corrección hecha a una parte musical ya grabada, casi equivalente a “Parchar” una pieza) en una grabadora multitrack. Y una de las aplicaciones de la tecnología MIDI más maravillosas que he visto es cuando se utiliza para compensar incapacidades de las personas con impedimentos físicos.
Pero esto no es el asunto que me interesa. No, lo que me fastidia es cuando la gente sugiere que no es necesario practicar en lo absoluto para hacer buena música; tan sólo oprimir un par de botones y ¡Lotería!, ahí tenemos una obra maestra. Lo que la gente olvida cuando sugiere que la tecnología puede reemplazar años de práctica es que durante esos años de esclavitud ante un instrumento, también aprenden cosas como interpretación, tocar en ensamble, leer a primera vista, entrenamiento auditivo y un montón de cosas más, la tecnología nunca reemplazará todo eso, complementarlo claro que sí, pero ¿reemplazar la musicalidad?, ¡Seamos realistas!
Encuentro descorazonador el que hayamos anunciado y vendido nuestra lista de mercancías tan bien que el público general y aún algunos de nuestros compañeros músicos creen que la música electrónica trata de maquinas que hacen todo el trabajo: Los anuncios, los demos de productos, los artículos periodísticos y todo lo demás ciertamente dan pie a tal impresión.
Piense en cual fue la última vez que se dejó caer por la casa de un amigo para oír lo que estaba haciendo musicalmente: ahí están ustedes dos, parados enfrente de un arsenal de equipo con los brazos cruzados, el oprime un botón y usted observa una luz parpadeante mientras una secuencia suena… muy suave, muy frío, muy “Techno”.
Pero ¿cuándo fue la ultima vez que le preguntó a alguien acerca de la progresión de acordes en cierta sección de una pieza?, ¿qué pasó con aquellos días en que uno llegaba a la casa de un amigo músico para tocar y probar ciertas ideas o aún hasta para improvisar juntos?. En éstos días las conversaciones musicales no parecen tratar de otra cosa más que de Tecnología: “¿Qué programador de ritmos es, con que equipo se hizo la “reverb”, que estaba MIDIado con qué?". “Has que tu secuenciador le hable al mí y los dos podrán almorzar”.
Si, es más fácil que nunca hacer música que suene buen en un sentido estrictamente sonoro. Prácticamente es posible sostener una sola nota y obtener un “algo” sonoro fabuloso de un equipo que apenas puede costar un poco más que un carrete de cinta de dos pulgadas, y eso es bueno…, no, ¡Es fantástico!: mientras más gente exista haciendo música (a cualquier nivel), más saludable y excitante se volverá el campo musical, y mientras más saludable sea éste, mayor apoyo y respaldo le darán los fabricantes a sus equipos y al desarrollo de nuevas y poderosas herramientas para el disfrute de todos nosotros. Pero la tecnología sólo llega hasta ahí, después de haber lidiado con ella durante un par de años, después de haber asimilado todo lo que se pudo y de haber perdido la paciencia y/o el dinero para seguir comprando más equipo, ¿Qué es lo único que queda?: LA MUSICA, el único elemento que la gente parece haber estado olvidando.
Tarde o temprano todos nosotros tendremos que afrontar nuestra habilidad o incapacidad para hacer música. No puedo ni recordar cuantos ejecutantes conozco que han sido tan atrapados por la Tecnología y la idea de que no podían hacer música mientras no fuera con el último juguete Tecnológico que han acabado repitiendo los mismos viejos clichés o de plano ya no haciendo música. Y esto es triste porque, contrario a lo que dicen los mitos, no es la tecnología la que hace (o deshace) a la música: Los músicos la hacen, sin importar su nivel o tecnología debería ser, a fin de cuentas, irrelevante.
Así es que la próxima vez que lea un anuncio, vea un demo o compre una pieza de equipo recuerde este pequeño “bit” de blasfemia: “No es el equipo lo que hace la música, hacerla es opción de usted”.
Dominique Milano