Música dormida

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21 nov 2018

La música y el origen del Universo (II)

“El silencio es música”
Uberto Zanolli


La semana pasada hablábamos de Pitágoras y el cosmos, de su armonía y los armónicos, de la música de las esferas, el mundo planetario de movimiento rítmico, perpetuo, que Platón, Kepler y Newton retomaron después, como lo haría a principios del siglo XX Nikola Tesla, una de las mentes más brillantes y visionarias de la humanidad, al declarar: “Si quieres entender el universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración… la Tierra es un conductor de resonancia acústica”. La energía da vida a la materia. “No hay espacio vacío en este planeta, ni en el Universo”. “Los agujeros negros, de los que los astrónomos hablan, son las fuentes más potentes de energía y vida”, porque la obscuridad “es la verdadera naturaleza de la luz” y la “energía es luz”.

Partiendo de sus postulados: si todo es luz porque todo es energía y vibración y frecuencia son los elementos creadores de la energía, todo apunta a que el principio generador del Universo no es otro en realidad que la música. Y lo sabemos: allí donde exista una onda, hay una vibración y, por ende, una frecuencia, y hasta la más pequeña contiene en sí a la esencia musical. Tesla así lo advirtió, de una forma más poética, evanescente, diáfana, cuando recurrió a la música para explicar al universo y nada mejor que sus propias palabras, expresadas en 1899 y solo conocidas hasta 2015:

“Yo soy parte de una luz y es la música. La luz llena mis seis sentidos: la veo, oigo, siento, huelo, toco y pienso. Pensar en ella es mi sexto sentido. Las partículas de luz son notas escritas. Un rayo de luz puede ser una sonata entera. Mil bolas de relámpagos son un concierto... Acerca de Pitágoras y las matemáticas, un científico no puede y no debe infringir de estos dos. Los números y las ecuaciones son signos que marcan la música de las esferas. Si Einstein hubiera escuchado esos sonidos, no habría creado la Teoría de la Relatividad. Estos sonidos son mensajes dirigidos a la mente sobre que la vida tiene un sentido, que el Universo existe en perfecta armonía, y su belleza es la causa y efecto de la Creación. Esta música es el ciclo eterno de los cielos estelares. La estrella más pequeña ha completado la composición y también es parte de la sinfonía celestial. Los latidos del corazón del hombre son parte de la sinfonía de la Tierra. Newton aprendió que el secreto está en disposición geométrica y el movimiento de los cuerpos celestes. Reconoció que la ley suprema de la armonía existe en el Universo. El espacio curvo es el caos, el caos no es música. Einstein es el mensajero de la época de ruido y de furia”.

Imposible no transcribirle. Impecable su argumentación en torno a la esencia, al alma musical del Universo.

Más de siete décadas después, en los 70, iniciará la teoría de cuerdas, una de cuyas ramas es la del campo de cuerdas. La base de ella será la música, al interpretar que las partículas de la naturaleza son “estados vibracionales”, una especie de “pequeñas cuerdas vibrantes” de un objeto extendido: “cuerda” o “filamento”, de mode que un electrón no será un punto sino un conjunto de cuerdas minúsculas que vibran en un tiempo -espacio de más de cuatro dimensiones. Visto así, el Universo sería una sinfonía de cuerdas vibrantes. Michio Kaku, uno de sus exponentes, referirá que para el propio Einstein “todo en la vida es vibración”, por lo que cada átomo y molécula oscilan y vibran en una frecuencia determinada. La prueba en el mundo microscópico la tenemos cuando al observar las partículas más pequeñas, la materia desaparece porque emerge el vacío, pero el vacío es energía y vibra y tiene frecuencia. Sí, la misma conclusión a la que hace un siglo había arribado Tesla.

Hoy en día la física y la astrofísica, para explicar el origen del Universo, recurren a los mismos conceptos de la escuela pitagórica y tesliana: vibraciones, oscilaciones, frecuencias, espectros, armonía. Han descubierto que al ser desexcitado un átomo los rayos emitidos presentan una secuencia numérica similar a los intervalos musicales, los mismos que Pitágoras descubriera pero ¿por qué hablar de todos sus elementos y no directamente de ella, de la música? Porque implicaría reconocer que al final todo estaba en el principio, en ella.

A este punto ¿qué decir de la música y el origen del Universo desde las visiones de Tesla y Einstein? La rivalidad fue evidente entre ambos pero más que explicable. Eran dos genios, solo que uno más inspirado y otro más conocido.

Einstein declaró que el éter no existía, pero en 1920 lo aceptó, solo que el mundo científico ya no lo registró. Tesla para entonces rechazaba la teoría de la relatividad, pues creía, entre otros aspectos, que había velocidades superiores a la de la luz, pero sus escritos al respecto no se conocieron y siguen sin conocerse, pero hay una clave en sus palabras la que tal vez encierre su mayor verdad: “Una vez creado, el sonido dura para siempre, para un hombre puede desaparecer, pero sigue existiendo en el silencio que es el mayor poder del hombre… el éter existe, y sus partículas son las que mantienen el universo en armonía y la vida en la eternidad”.

Si Tesla tuviera razón –como creo-, corroboraríamos que la música es el origen del Universo, esencia de su armonía y de la eternitud de la vida.


@BettyZanolli
bettyzanolli@hotmail.com
El Sol de México

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