Música dormida

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10 jul 2019

EL SILENCIO aproximaciones.


– David Le Breton

La disolución mediática del mundo genera un ruido ensordecedor, una equiparación generalizada de lo banal y lo dramático que anestesia las opiniones y blinda las sensibilidades. El discurso de los medios de comunicación posterga el juicio reflexivo a favor de una voz incontinente y sin contenido. Y, sin embargo, esta saturación lleva a la fascinación por el silencio. Kafka lo decía a su manera: “Ahora, las sirenas disponen de un arma todavía más fatídica que su canto: su silencio”.

Reivindicar el silencio en nuestros días se convierte así en algo provocador, contracultural, que contribuye a subvertir el vacuo conformismo y el efecto disolvente del ruido incesante. El silencio puede asumir entonces una función reparadora, eminente terapéutica, y venir a alimentar la palabra del discurso inteligente y la escucha atenta del mundo.

El único silencio que conoce la utopía de la comunicación es el de la avería, el del fallo de la máquina, el de la interrupción de la transmisión. Este silencio es más una suspensión de la técnica que la afloración de un mundo interior. El silencio se convierte entonces en un vestigio arqueológico, algo así como un resto todavía no asimilado. Anacrónico en su manifestación, produce malestar y un deseo inmediato de yugularlo, como si de un intruso se tratara. Señala el esfuerzo que aún queda por hacer para que el hombre acceda al fin a la gloriosa categoría del homo communicans.

Pero, al mismo tiempo, el silencio resuena como una nostalgia, estimula el deseo de una escucha pausada del murmullo del mundo. El turbión de palabras hace más apetecible aún el sosiego, el goce de poder reflexionar sobre lo que sea y hablar empleando el tiempo preciso para que la conversación avance al ritmo marcado por las propias personas, y se detenga, a la postre, en el rostro del interlocutor. Entonces el silencio, tan contenido como estaba, cobra un valor infinito. Surge entonces la gran tentación de oponer a la profusa “comunicación” de la modernidad, indiferente al mensaje, la “catarsis del silencio” (Kierkegaard), con la esperanza de poder restaurar así todo el valor de la palabra.

Cada vez resulta más difícil entender este mundo que la interminable proliferación de discursos intenta explicar. La palabra que difunde la multitud de medios de comunicación carece de relieve, diluida como está en su propia saturación. Impera a la postre una suerte de melancolía del comunicador, obligado a reiterar un mensaje inconducente, esperando que algún día algún mensaje llegue a tener alguna resonancia. Cuanto más se extiende la comunicación más intensa se hace la aspiración a callarse, aunque sea por un instante, a fin de escuchar el pálpito de las cosas o para reaccionar ante el dolor de un acontecimiento, antes que otro venga a relegarlo, y luego otro, y otro más... en una especie de anulación del pensamiento en un torrente de emociones familiares cuya insistente evanescencia aporta sin duda consuelo, pero acaba ensombreciendo el valor de una palabra que condena al olvido todo lo que enuncia. La saturación de la palabra lleva a la fascinación por el silencio. Kafka lo dice a su manera: “Ahora, las sirenas disponen de un arma todavía más fatídica que su canto: su silencio. Y aunque es difícil imaginar que alguien pueda romper el encanto de su voz, es seguro que el encanto de su silencio siempre pervivirá”.

El imperativo de comunicar cuestiona la legitimidad del silencio, al tiempo que erradica cualquier atisbo de interioridad. No deja tiempo para la reflexión ni permite divagar; se impone el deber de la palabra. El pensamiento exige calma, deliberación; la comunicación reclama urgencia, transforma al individuo en un medio de tránsito y lo despoja de todas las cualidades que no responden a sus exigencias. En la comunicación, en el sentido moderno del término, no hay lugar para el silencio: hay una urgencia por vomitar palabras, confesiones, ya que la “comunicación” se ofrece como la solución a todas las dificultades personales o sociales. En este contexto, el pecado está en comunicar “mal”; pero más reprobable aún, imperdonable, es callarse. La ideología de la comunicación asimila el silencio al vacío, a un abismo en el discurso, y no comprende que, en ocasiones, la palabra es la laguna del silencio. Más que el ruido, el enemigo declarado del homo communicans, el terreno que debe colonizar, es el silencio, con todo lo que éste implica: interioridad, meditación, distanciamiento respecto a la turbulencia de las cosas -en suma, una ontología que no llega a manifestarse si no se le presta atención.



Libro en PDF

15 mar 2019

Percepción Evanescente

En 2011 comencé mi investigación en torno a la ecolocación humana, la verdad es que no sabía si era posible que los seres humanos pudiéramos desarrollar esa habilidad, así que en el 2013 me fui a hacer una residencia con el Dr. Juan Antonio Martínez de la Universidad de Alcalá de Henares en España porque tenía publicaciones muy poderosas sobre el tema y resultó que todas mis intuiciones eran ciertas, él me entrenó en ecolocación cual maestro sensei, y me mostró una variación de la producción de los clicks palatales que permitían una percepción mucho más fina del entrono... Desarrollamos varios ejercicios sobre esta "percepción evanescente" como la bautizó. Para finales de mi residencia ya estaba encontrando gritas en las paredes con esta nueva técnica que estuvimos desarrollando!!!!
El Dr. Juan argumentaba (con sólida investigación) que la percepción evanescente era muy parecida al fenómeno del fenómeno cuántico conocido como "efecto túnel" lo que significaría que el sonido podría comportarse como paquetes de energía, es decir llevar masa, algo así con un fotón, pero en el mundo del sonido, un FONON. Cito aquí al Dr. Martínez de su texto: Remote Vibroception: Can humans sense through acoustic tunneling?
"Cuando los chasquidos palatales naturales o algunas vibraciones corporales son estructuradas como patrones rítmicos precisos, una nueva modalidad sensorial emerge la cual no depende de escuchar ecos. Esta nueva percepción, remota o vibrocepción evanescente, es similar a la exploración vibrotáctil de objetos, pero sin contacto directo. Esta habilidad sensorial puede ser rápidamente desarrollada a través de una técnica de entrenamiento relativamente fácil... El análisis de datos experimentales sugiere fuertemente que esta vibrocepción remota puede ser interpretada como una combinación compleja entre efecto túnel acústico de vibraciones infrasónicas cerca de la resonancia del cuerpo humano, percepción vibrotáctil sin escucha y biorretroalimentaciónneural y cognitiva."
Cabe mencionar que este fue rechazado de manera muy categórica y violenta por los revisores, por lo que permanece sin publicar en mi disco duro...
Dejé un poco de lado el desarrollo de esta técnica hasta que no tuviera la oportunidad de poder hacer algún experimento que diera pruebas más experimentales, pero al investigar resultaba extremamente caro :(


Y bueno ahora que sale a la luz esta publicación: https://journals.aps.org/prb/abstract/10.1103/PhysRevB.97.134516?fbclid=IwAR2m1wNroe0-tHwufXIc93QZRfkKSxNLtOxSDolMuY66Gkj4IgcdnLa2NGM se renueva el entusiasmo, no por demostrar nada en absoluto, sino porque me afirma personalmente que la afectividad, intuición y sensibilidad pueden generar teorías de lo más abstractas y formales, a veces de una manera más contundente que la que persiguen personas formadas en el positivismo científico. (El arte sí puede cambiar el mundo, poquito ;) )
Pronto retomaré en mi solfeo del espacio mi plan de entrenamiento de la percepción evanescente... Acá a continuación mi texto sobre la formalización de un método espacial para el análisis y al creación (que definitivamente aborda tres tipos de acercamientos geométricos del mundo lineal y no lineal)
http://www.jaimelobato.com/wp-content/uploads/2017/08/ISBN%20978-84-608-8201-5-%20ESPACIOS%20SONOROS%202014-EXPERIMENTACION%20SENSORIAL%20Y%20ESCUCHA%20ACTIVA%20.pdf?fbclid=IwAR3Uv0-IXCV66Q0hqMZXLMHAm437e3wNF8jeoLVnVjrFa7NqNOCH9tyuiYk

La mejor y más fina tecnología es nuestra cognición, ningún cacharro elñectrónico aún ha logrado expandirnos, eso es mero marketing :) <3 p="">
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https://phys.org/news/2019-03-evidence-mass.html?fbclid=IwAR1q7qOY3LaSa_u0lGEr-j_jdoTj466QlP8342nRVJfmt47rlzPiPlz6PYI


Jaime Alonso Lobato Cardoso

Bayaka

“Los baka escuchan el fluir del agua, el chasquido de los troncos, el trino de las aves y el susurro y vuelo del viento. La selva ha afinado su oído y hoy saben interpretar a coro sus melodías. La selva es una orquesta a la que los baka añaden su voz”.

Una mujer baka, escuchando a las aves, sabe si su marido ha tenido éxito en la caza.

"El norteamericano Louis Sarno escuchó a los 30 una melodía irresistible en una radio holandesa. Y nunca más se la quitó de encima. Aquella trenza polifónica de voces de mujer, sonidos refinados de garganta, melodías expansivas y menguantes, repeticiones infinitas…, pura magia, causaron un salto de ida en su vida. Le enterneció la voz de un pueblo hasta entonces sin nombre en sus libros. Y desapareció en el aeropuerto de Bangui, capital de la República de Centro África. Tras meses perdido y desaparecido sobrevivió a la hepatitis, malaria y la lepra alimentándose de renacuajos en las selvas tropicales centroafricanas. Y el Herodoto musical de las selvas encontró a la tribu pigmea de los baka. Luego de 25 años con ellos, casado y padre de dos niños, escribió "El sonido del bosque", y recogió 500 horas de su música, en su investigación “uno de los tesoros más preciados de la humanidad, anterior a las pirámides”.

Mikel Arizaleta.



Una Antropóloga en la Luna

1 ene 2019

The Division of the Octave





De una Conversación entre Ernest Guiraud y Debussy, Debussy: VOLUMEN 1. 1862-1902: su vida y mente (por Edward Lockspeiser)

Cuál es la esencia del Sonido?


Pitágoras medita en la naturaleza de las cosas, y cerca de su retiro un artesano trabaja el hierro; desde lejos se escucha el golpe, unas veces opaco y otras sonoro, del martillo contra el yunque. El timbre intermitente del metal herido despierta ecos extraños en la conciencia del filósofo. Parece que su alma resuena siempre que el yunque da al aire su vibrante clamor: igual que la cuerda de la lira vibra simpáticamente cada vez que estalla una nota en la cuerda próxima. Y debe haberse preguntado una y varias veces, ¿cual es la esencia del sonido? La materia posee una voz que repercute en las almas; no siempre es muda su expresión misteriosa, sabe cantar con voces unísonas del espíritu. ¿Por qué unas veces su sonido es agradable, concuerda con los deseos de nuestra vida interna, y otras la perturba o la deja indiferente? ¿cual es el orden necesario al sonido para sernos simpático? Así debe haberse preguntado, mientras investigaba los fenómenos, no a la luz de un principio, sino poniendo su alma, trémula todavía con el eco de los sonidos musicales, frente a todas las cosas. Y sintió que las penetraba, como si por alma llevase la cuerda sensitiva de la lira, tal y como las afecta y penetra el sonido. Al descubrir en todo una energía interna desarrollándose como música, debe haberse dicho: cierto ritmo está en la esencia de todas las cosas.

José Vasconcelos.